La familia Zambrano Mera, una pareja que se trasladó a vivir en la reserva ecológica Mache Chindul en 1980, adquirieron alrededor de 100 hectáreas antes de que el área fuera declarada como zona protegida. Desde entonces, se han dedicado principalmente a la ganadería, pero también han destinado una pequeña parte de sus tierras al cultivo de cacao, incluyendo la variedad fino de aroma y CCN51.
Cuando esta familia llegó por primera vez al área donde ahora reside, relatan cómo encontraban especies como jaguares y bravos debido a la gran biodiversidad y densidad de bosques que existían en la zona. Recuerdan con nostalgia cómo el hábitat ha cambiado a lo largo de los años y cómo el número de habitantes en la zona ha aumentado considerablemente.
En aquellos tiempos, no existía el paso conocido actualmente como «puente El Mango», por lo que el acceso a su propiedad era a través de vías fluviales, navegando desde el puerto de la parroquia Cojimies y atravesando el estuario del río Cojimies durante una hora y media hasta llegar a lo que hoy se conoce como «puente El Mango»
Sus anécdotas evocan un sitio donde llovía durante todo el año y el nivel del río nunca disminuía. A pesar de los riesgos asociados de vivir en esta zona, muchas familias, incluida la familia Zambrano Mera, consideraron esencial tener una propiedad para su desarrollo económico.
La familia comenta que el clima actual es muy diferente al de aquella época y que las condiciones actuales de la reserva les brindan facilidades para trabajar sus potreros y su plantación de cacao. Esta familia es un vivo ejemplo de muchas otras que se establecieron en la zona en aquella época y que ahora disfrutan de su vejez en estas hermosas tierras. Sin embargo, es crucial concienciar a las futuras generaciones sobre cómo las actividades humanas desde entonces han afectado el clima y la biodiversidad de la reserva que alguna vez se asemejó a la selva de la Amazonia ecuatoriana.